Pachuca: Historicismo, Contemporaneidad, Mickey Mouse y el Reloj Monumental.
Josep Ma.
Montaner escribió que la sensibilidad hacia el lugar por parte de la arquitectura contemporánea es un
fenómeno muy reciente; parece ineludible entonces la idealización simbólica de
la arquitectura contemporánea y su relación con la ciudad y los procesos
políticos para su conformación en el tiempo y el espacio, si bien la diferencia
esencial entre la arquitectura de antes
(histórica) y la actual (contemporánea), es la actitud hacia la simbología.
El interés decreciente en la dimensión simbólica resulta evidente, decir que
los arquitectos están persiguiendo una arquitectura sin alusiones metafóricas
no supone implicar que ya no exista significado, sino que la tendencia de las
mencionadas corrientes por encontrar significados escondidos en todas partes se
ha convertido en algo superfluo por la simple razón de que dicho significado
casi nunca existe; de igual manera, a lo largo del tiempo los críticos e
historiadores de la arquitectura y la ciudad han encontrado alternativas de
acción crítica sobre el espectro político en el que la arquitectura del siglo
XX se ha establecido en la memoria colectiva, por lo tanto la ciudad
contemporánea es objeto de análisis básico para entender a las sociedades; así
como han hecho, el propio Montaner -entre muchos otros-, el estudio, análisis y
crítica (desde sus trincheras), a la arquitectura y las ciudades desde los fenómenos
llamados hechos urbanos, así como a la inserción por parte del denominado
bloque hegemónico europeo del racionalismo y funcionalismo; que aun hoy
influyen en la percepción y el debate entre la generación y relación del
espacio y las dinámicas sociales para intentar configurar y regular la
estructura y la imagen de la ciudad.
Si bien ésta siempre ha estado en el punto
de mira del análisis sociológico para comprender, entre otras cosas, los
orígenes del Estado en la ciudad, la revolución tecno-productiva del primer
ciclo capitalista o la segregación social o de clase, hoy parece ser más
imperativo que nunca apelar a la naturaleza y las funciones simbólicas de la
ciudad para entender, entre otros tantos fenómenos, la globalización, el
neoliberalismo y sus mecánicas financieras, pero mas importante aun, como la
arquitectura de la era postmoderna intentó resarcir el daño causado a la
ciudad, sobre todo desde su raíz o historia, es decir los denominados centros históricos.
En
nuestro país la importancia de los centros históricos radica en su valor como
guardadores de la herencia (cultural,
social e histórica); con el desarrollo social y humano que las ciudades
presentan, estos núcleos históricos han sido sometidos tanto a
rehabilitaciones, conservaciones, reutilización y en muchos casos incluso su
destrucción, por ejemplo, el Centro Histórico
de la ciudad de Pachuca, éste ha sido replanteado y reconstruido en diferentes
etapas, lo que es de llamar la atención es precisamente que esas
reconstrucciones y/o revitalizaciones han padecido de la ausencia de políticas
públicas, y en la mayoría de los casos, han sido consecuencia de decisiones
tomadas por políticas sin razonamiento, en las que los intereses urbano-arquitectónicos
auténticos o la búsqueda de una imagen urbana que potencie la calidad de vida en
la ciudad, desaparecen por conveniencias de grupos sin rostro; aunado a esto, la
falta de interés o el control que se tiene hacia cuerpos colegiados,
instituciones educativas y hasta medios de divulgación cultural, así como la ausencia
de comunicación con la sociedad civil, han permitido -a lo largo de los años-
que el centro histórico de la ciudad de Pachuca sea un elemento irreconocible a
nivel urbano, un caos vial, un elemento segregante y que aun y cuando, se
localiza el mismo símbolo de la historia de la ciudad, el Reloj Monumental,
dicha parte de la ciudad es ilegible, sin identidad.
Por tanto, la obligación de las partes
involucradas será entre otras cosas: la de reconocer la presencia de la
arquitectura contemporánea en las ciudades históricas del mundo, por un lado y que
se encuentra en permanente evolución por el otro; que el hecho que sostiene a
esta postura es la naturaleza cíclica de la arquitectura, pues dado que el
término de arquitectura contemporánea
no existe por la evolución constante de la misma; también que en cuanto a las
intervenciones de este tipo, donde se inserta la arquitectura contemporánea, es importante mencionar que se busca
realizar no solo la conservación del
inmueble o centro histórico sino que también es importante devolverles el
aspecto funcional, muchas veces recurriendo a arquitectura contemporánea y no por medio de la escenografía estilo
Disneyland donde lo que se ve en las fachadas, no es mas que una ilusión, un
juego formal que la única intención que tiene es la de entretener, la de
disuadir y la de obtener ganancias de quien visita las edificaciones con
molduras, arcos de medio punto, frisos y frontones, etc.; no se usted
apreciable lector, pero espero con ansia el momento de fotografiarme con la
versión pachuqueña de Mickey Mouse posando junto al Reloj Monumental…
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